Se
fue una madre luchadora y abnegada que enfrentó a quién se le cruzó por
defender a su hijo discapacitado. Un fulminante ataque cardíaco puso fin a su
vida a los 51 años.
San
Antonio Oeste. Esta noche, pasadas las 21,30 hs,
falleció en la guardia del Hospital “Dr. Aníbal Serra”, víctima de un
fulminante ataque cardíaco, a los 51 años de edad, María Gabriela Venditti de
Grandoso, madre de Juan Ignacio Grandoso, “Juancho Pichucho”, que falleció en
los últimos minutos del año pasado.
Gabriela, “Mamá Pichucha”, como la llamaba quién
estas líneas escribe, fue una madre ejemplar y abnegada que enfrentó a todo el
aparato del estado provincial rionegrino, en defensa de lo que a su hijo, “Juancho
Pichucho”, paralítico cerebral de nacimiento le correspondía por ley y que
mezquinamente la burocracia le negó hasta que Gabriela de manos de la justicia
lograba obtener.
A Gabriela no le fue fácil la vida de su hijo desde
su mismo nacimiento, y jamás se rindió en su lucha contra la ferocidad de un
estado insensible, que con el IPROSS a la cabeza, se ensañó y empeñó en negarle
lo que por ley le correspondía, hasta que, sentencias en mano, logró,
literalmente arrancarle, a la obra social rionegrina, desde los elementales
pañales hasta las sillas ortopédicas adecuadas para la dolencia que afectaba a
su hijo por casi 20 años. Hasta le tocó sufrir la brutal paradoja, de ser
desconocida hasta por el Defensor del Pueblo Rionegrino, en ese momento el Ing.
Kuggler que falló dándole la razón al estado y que Gabriela en los estrados
logró revertir.
La firmeza, coraje y convicción que hasta la muerte
de “Juancho Pichucho”, caracterizaron su fiera lucha contra gobernantes, funcionarios
y amanuenses de la burocracia provincial, no logró jamás atenuar el amor,
alegría y sensibilidad con que se prodigó no solo a su hijo y su gran compañero
que hoy la llora desolado, Edgardo Grandoso, sino también a todos y cada uno de
los que la vida como premio o gracia especial, nos hizo sus amigos.
Vamos a extrañar su coraje y su compromiso con la
vida, ya que hizo de la dignidad de los discapacitados la bandera que jamás
arrió, pero también su alegría contagiosa y franca, como su cálida amistad
consecuente hasta su último suspiro.
Gabriela querida y valiente
“Mami Pichucha”, descansa en paz y desde donde estés junto a tu adorado hijo,
protegenos y danos consuelo al tremendo dolor que tu inesperada partida nos
deja. Hasta siempre querida amiga del
alma. Julio Ramón ALCALDE.-
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